Hubo un tiempo en el que se creyó que la sexualidad infantil no existía. A partir de las investigaciones de Freud, se empieza a tomar conciencia de que existe y que hay que tenerla en cuenta.
Cuando todavía son fetos y bebés , los niños tienen erecciones reflejas. Así mismo, se ha observado que las recién nacidas también tienen erección de clítoris y lubricación vaginal. Todos estos fenómenos pueden darse de forma natural y refleja como reacción ante ciertas sensaciones físicas exteriores que percibe el bebé, en momentos como por ejemplo la hora de ser amamantado, en el cambio de pañales o al recibir un baño. El mensaje de las sensaciones percibidas es interpretado por el cerebro como algo placentero, y automáticamente se activan los reflejos sexuales.
Es importante que los padres reaccionen de una manera tranquila ante estas respuestas fisiológicas de los niños, que son normales; así como ante otras que también lo son (por ejemplo, que los niños se toquen o se froten los genitales, juego muy común a partir de los 12 meses de edad, sobre todo cuando están desnudos o se están bañando).
Los bebés suelen responder a la auto estimulación con gorjeos y sonrisas, dado el placer que les produce. A partir de los cinco años , se van formando ideas de la sexualidad a través de las reacciones paternas que observan ante su propia afectividad.
A los seis o siete años ya conocen las diferencias anatómicas entre ambos sexos, y comienzan a sentir cierto reparo al mostrar algunas partes de su cuerpo. No obstante, curiosean, exploran, y llevan a cabo actividades que pueden ir desde tocarse o frotarse, hasta crear juegos de rol, y la inserción de objetos.
Los niños se divierten con "juegos prohibidos", actividades por otra parte muy normales y que serán un paso importante para su evolución psicosocial. Los padres han de saber reaccionar positivamente ante esos juegos sexuales solitarios o en grupo.
Cuando el niño cumple los ocho o nueve años hay un componente más erótico en los juegos, que busca el disfrute de una manera mucho más consciente. El niño despliega sus fantasías, y a veces hasta se involucra en juegos heterosexuales y homosexuales; sin que ello quiera significar que de adulto tendrá una orientación determinada.
A partir de los cuidados paternos los niños irán tomando la seguridad que les permita en la edad adulta relacionarse afectivamente con otras personas y permitirse una sexualidad más sana.
A los dos años de edad ya saben si su identidad sexual es masculina o femenina, sienten curiosidad por su cuerpo y descubren que estimularse los genitales proporciona sensaciones placenteras. Son usuales los juegos de mostrarse los genitales, jugar a médicos o frotarse el pene o el clítoris. En esta época se van dando cuenta de las reacciones de los padres: si les miran desde una actitud de calma y normalidad, o por el contrario existe la censura. Estas actitudes de los padres pueden repercutir posteriormente en la sexualidad de los hijos.
A parir de los cuatro años , se suceden preguntas sobre la sexualidad, como por ejemplo, ¿de dónde salen los bebés?. Los niños suelen interpretar las respuestas ofrecidas por los adultos a su manera, o bien tomar lo que les dicen al pie de la letra.
En algunas ocasiones se pueden dar juegos sexuales entre hermanos . Estos juegos no resultan nocivos para la edad adulta, a no ser que tengan que ver con una situación de poder.
La correcta educación sexual , basada en la naturalidad y en ir explicando a los niños cada una de sus inquietudes, adoptando las respuestas a cada edad, facilita un comportamiento de adulto responsable para su futuro.

Es importante que los padres reaccionen de una manera tranquila ante estas respuestas fisiológicas de los niños, que son normales; así como ante otras que también lo son (por ejemplo, que los niños se toquen o se froten los genitales, juego muy común a partir de los 12 meses de edad, sobre todo cuando están desnudos o se están bañando).
Los bebés suelen responder a la auto estimulación con gorjeos y sonrisas, dado el placer que les produce. A partir de los cinco años , se van formando ideas de la sexualidad a través de las reacciones paternas que observan ante su propia afectividad.
A los seis o siete años ya conocen las diferencias anatómicas entre ambos sexos, y comienzan a sentir cierto reparo al mostrar algunas partes de su cuerpo. No obstante, curiosean, exploran, y llevan a cabo actividades que pueden ir desde tocarse o frotarse, hasta crear juegos de rol, y la inserción de objetos.
Los niños se divierten con "juegos prohibidos", actividades por otra parte muy normales y que serán un paso importante para su evolución psicosocial. Los padres han de saber reaccionar positivamente ante esos juegos sexuales solitarios o en grupo.
Cuando el niño cumple los ocho o nueve años hay un componente más erótico en los juegos, que busca el disfrute de una manera mucho más consciente. El niño despliega sus fantasías, y a veces hasta se involucra en juegos heterosexuales y homosexuales; sin que ello quiera significar que de adulto tendrá una orientación determinada.
A partir de los cuidados paternos los niños irán tomando la seguridad que les permita en la edad adulta relacionarse afectivamente con otras personas y permitirse una sexualidad más sana.
A los dos años de edad ya saben si su identidad sexual es masculina o femenina, sienten curiosidad por su cuerpo y descubren que estimularse los genitales proporciona sensaciones placenteras. Son usuales los juegos de mostrarse los genitales, jugar a médicos o frotarse el pene o el clítoris. En esta época se van dando cuenta de las reacciones de los padres: si les miran desde una actitud de calma y normalidad, o por el contrario existe la censura. Estas actitudes de los padres pueden repercutir posteriormente en la sexualidad de los hijos.
A parir de los cuatro años , se suceden preguntas sobre la sexualidad, como por ejemplo, ¿de dónde salen los bebés?. Los niños suelen interpretar las respuestas ofrecidas por los adultos a su manera, o bien tomar lo que les dicen al pie de la letra.
En algunas ocasiones se pueden dar juegos sexuales entre hermanos . Estos juegos no resultan nocivos para la edad adulta, a no ser que tengan que ver con una situación de poder.
La correcta educación sexual , basada en la naturalidad y en ir explicando a los niños cada una de sus inquietudes, adoptando las respuestas a cada edad, facilita un comportamiento de adulto responsable para su futuro.
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